Entrena tu mente, mejora tu cuerpo
- Nutrilivet
- 14 ago 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 15 ago 2020
Vernos y sentirnos bien depende en gran parte de nuestra mente ¿lo habías
pensado?

Pues sí, las mejoras en tu cuerpo (físico) sin mejoras en tu mente casi siempre llevan a resultados de corto plazo satisfactorios pero que no mantienes en el tiempo.
En cambio, las mejoras en tu mente llevan a mejoras en tu cuerpo que
permanecen. Los resultados duran, son permanentes, los transformas en hábitos y
forman parte de tu cotidianidad.
Nuestros pensamientos, percepciones, creencias y emociones influyen, para
bien o para mal, en nuestro cuerpo y salud y por ende en nuestros pensamientos y
acciones. Todo lo que surge en nuestra mente pensamientos, creencias, suposiciones,
percepciones y emociones cambia físicamente a nuestro cuerpo. Por eso es importante
autoevaluarnos, preguntarnos qué tan coordinados están mis deseos con mis acciones
o mi mente con mis propósitos.
Al iniciar un proyecto en este caso un cambio de hábitos alimentarios y/o estilo
de vida debes considerar que no llegan solos, exigen de constancia, disciplina y
repetición al menos por 21 días para que cada vez se hagan más permanentes.
Toma en cuenta estos 3 factores:
1. Motivación: te has preguntado ¿cuál es tu por qué?
Tener una meta y querer obtenerla no son suficientes razones para lograrla si no ya
todos fuéramos supermodelos millonarios. Se requiere de una motivación personal y
profunda que la impulse. Pero rara vez nos cuestionamos acerca de nuestra
motivación, acerca del porqué queremos obtener lo que queremos obtener.
Nos podemos preguntar:
¿Por qué es importante para mí conseguir esta meta?
¿Qué significaría obtenerla?
¿Qué beneficios obtendría de ello?
¿Cómo me sentiría al obtenerla?
2. Autoeficacia: si crees que puedes, puedes.
Junto con nuestra verdadera motivación, alcanzar nuestras metas está en gran medida
influenciado por la creencia de que podemos hacer lo necesario para alcanzarlas y que
somos capaces de trabajar en ello y superar los obstáculos.
Esta cualidad mental no tiene nada que ver con “pensar positivo”, es una cualidad
basada en ciencia que los psicólogos denominan autoeficacia. En términos más
específicos, la autoeficacia es creer que eres capaz de llevar a cabo las acciones que
te llevarán a tus metas.
Por ejemplo, un alto sentido de autoeficacia es afirmar cosas como:
Me siento capaz de desayunar huevo con verduras 5 días a la semana.
Me siento capaz de entrenar 3 veces por semana durante 45 minutos
Me siento capaz de cumplir mis horarios de comidas.
3. Te has preguntado ¿Cómo es la relación contigo mismo?
La manera en la que nos relacionamos con nosotros mismos impacta en la obtención
de nuestras metas y en nuestra salud. Lo que pensamos de nosotros, lo que nos
decimos. Más común de lo que creemos, y a veces de manera sutil, nuestro diálogo
interno suele no brindarnos bienestar, suele ser crítico, duro, incomprensivo,
intolerante y no muy amigable. Este tipo de diálogo dificulta lograr nuestras metas.
El primer paso es comenzar a tratarnos con autocompasión. Al hacerlo,
la autoaceptación y autoestima llegan solas. La autocompasión nos ayuda a sentirnos
en paz, a estar satisfechos con nuestro cuerpo tal y como es mientras hacemos un
esfuerzo por mejorarlo.
Además, con él también llega la autoestima, nos damos el valor que como personas
merecemos por el simple hecho de existir. Aprendemos agradecer todas las
experiencias, y a agradecer todo lo que nuestro cuerpo ha hecho.
Aprende a ver lo positivo de las experiencias, enfócate en tus logros, no recuerdes ni te lamentes por las falencias o errores que hayas cometido.
Siempre estarás acompañado de ti mismo
¿por qué no mejorar la relación que tienes contigo.
ND. Verónica Tovar
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