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Azúcar...¿un mal necesario?


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¿A qué edad conocemos el sabor dulce? Desde muy pequeños probablemente. El azúcar es un nutriente muy presente en nuestra alimentación diaria desde nuestra infancia, pero últimamente está en boca de todos. ¿El azúcar es malo? ¿Es necesario?

Si prestamos atención a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sería un consumo máximo de azúcar equivalente a 6 cucharadas de postre diarias. ¿Te parece demasiado? Si consumes azúcar entonces hagamos un ejercicio, ¿cuánta azúcar has consumido hoy?, empieza por contar las cucharadas que añades al café, té, aromáticas, limonada si la consumes e incluso en el yogur, y verás que, muy probablemente, llegas a las seis cucharadas; sin contar que los alimentos que usualmente consumimos diariamente también incluyen azúcar entre sus ingredientes.

La OMS cataloga el azúcar como el principal factor del aumento de la obesidad, la diabetes y otras enfermedades relacionadas con el metabolismo. Por eso, no está de más que intentemos reducir su consumo en nuestra dieta diaria.

Como sabemos y como le he descrito en otros artículos y post, una alimentación saludable debe cubrir las necesidades nutricionales individuales, y a su vez es importante permitirnos disfrutar de los alimentos y del proceso de comer.

Numerosos estudios demuestran que los desajustes e inadecuados hábitos alimentarios son la principal causa del desarrollo precoz de la mayor parte de las enfermedades crónicas o degenerativas entre ellos el exceso en la ingesta de grasas y azúcares. Los cambios en los hábitos de vida han originado un incremento de la prevalencia de numerosas enfermedades crónicas como obesidad, diabetes, síndrome metabólico que, en definitiva, determinan un incremento de la morbi-mortalidad cardiovascular.


La sacarosa es el endulzante por excelencia de los alimentos. Está constituida por una molécula de fructosa y otra de glucosa unidas por un enlace glucosídico. Se extrae industrialmente a partir de la caña de azúcar. Se utiliza, además de para endulzar los alimentos, para mejorar el sabor ácido y/o amargo de muchos de ellos. Hay un gran número de términos usados para describir los azúcares y sus componentes: azúcar(es), azúcares totales, azúcares totales disponibles, azúcares libres, azúcares añadidos, azúcar(es) refinado(s), azúcares simples, entre otros.

Aunque existe una clara relación entre la ingesta de grasas y la ganancia de peso, el papel de los carbohidratos y, más concretamente, el de la sacarosa en el desarrollo de obesidad es más controvertido. Gran parte de esta controversia se atribuye a la creciente demanda de bebidas azucaradas y al posible incremento calórico en la dieta asociado a su consumo.

El azúcar en sí mismo, no es nocivo, ya que es una sustancia natural el problema (como en la mayoría de los alimentos) radica en su consumo, entre sus beneficios, nos proporciona energía rápida: la sacarosa del azúcar común, se transforma rápidamente en glucosa y fructosa, que son absorbidas proporcionando energía inmediata. proporciona sensación de bienestar ya que alivia el malestar y la ansiedad que genera un cuadro de hipoglucemia (nivel bajo de azúcar en sangre. Para evitar una hipoglucemia, lo ideal es consumir hidratos de carbono complejos, como las pastas, las patatas, el arroz, entre otros. Además, el azúcar no es alérgeno es un producto refinado y purificado, que no desencadena ninguna reacción alérgica, en cambio, la miel o los siropes si pueden hacerlo.


Entonces ¿qué se debe hacer?


Ya sea que eliminemos por completo el azúcar de la dieta o simplemente reduzcamos la cantidad que tomamos, podemos empezar por estos simples consejos: Una de las cosas más importantes a tener en cuenta al hacer cualquier cambio en nuestra alimentación es hacerlo gradualmente.

Pasar de una dieta llena de azúcar a una que no contenga azúcar debería ser un proceso lento, además en ocasiones puede ser muy complicado.

Podemos comenzar eliminando las fuentes más obvias de azúcar: pasteles, tortas, caramelos, dulces en general y bebidas azucaradas o al menos reducir considerablemente la frecuencia de su consumo, si te comes un dulce diario, pasar a hacerlo cada 3 días y así…, esa es una excelente forma de empezar. Reducir la cantidad de azúcar que le ponemos al café o a las demás bebidas que ingieres.

Una vez que has conseguido eliminar el azúcar más obvio de la dieta, puedes centrarte en otros productos que contienen azúcar. Leer las etiquetas puede ayudar a identificar los tipos de azúcares que se deben evitar, el azúcar como tal tiene muchos nombres (al menos 40) y se encuentra en muchos jarabes y concentrados diferentes. Los más comunes incluyen: azúcar de caña o azúcar moreno, jarabe de maíz, maltodextrina, dextrosa, sirope de ágave, azúcar invertido, miel o panela, entre muchos otros.

El azúcar puede ser fácil de evitar en los alimentos procesados, pero las bebidas azucaradas, tales como gaseosas (refrescos), los tés endulzados y los jugos de fruta industrializaos, son una de las fuentes más importantes de azúcares añadidos en la dieta.

Reemplazar estas bebidas por agua natural o con gas, infusiones, té de hierbas sin azúcar, café sin azúcar, puede ayudarnos a reducir la ingesta de azúcar y mantenernos hidratados.

En sí nuestro paladar a menudo echa de menos el azúcar porque no tiene otros sabores para reemplazarlo. Muchas hierbas y especias de sabor dulce pueden agregarse fácilmente a los alimentos y bebidas para reemplazar el azúcar. Podemos usar: canela, nuez moscada, vainilla.


Mi recomendación es controlar su consumo, considero que no es del todo necesario cambiar la azúcar por edulcorantes si se logra un consumo mínimo y saludable, los edulcorantes, aunque no tengan calorías, no son del todo inofensivos, pueden afectar la flora intestinal, alteran el sabor de los alimentos y hacen que se desee y se necesite cada vez más el sabor dulce. Te invito entonces a llevar un control diario de las cucharaditas de azúcar diarias que incluyes en tu dieta. ¿Te animas?



ND. K. Veronica Tovar N.

 
 
 

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